El 2005 es el final de un ciclo. Las elecciones pasadas pusieron a una heterogenea y contradictoria alianza de menemistas, peronistas y maoístas, acompañados de los oportunistas de siempre, en el gobierno de la Facultad. Las urnas hablaron y hemos ejercido, con responsabilidad institucional, el rol de ser oposición, tarea que desarrollaremos de manera constructiva y seriamente hasta que finalice el mandato del actual Decano.
La multiplicación de la planta de funcionarios, para satisfacer a cada sector, no alcanzó para apaciguar sus contradicciones y durante estos dos años presenciamos una permanente lucha de poder entre los grupos gobernantes. Los unos contra los otros. El decano contra el Vice decano. Secretarios contra secretarios. Funcionarios contra el decano. Decano contra consejeros de su propio bloque. Somos rehenes de ideologías maximalistas y de quienes hipócritamente los apañan o se hacen los distraídos. Los mismos que enmascarados, con piedras y palos frustraron la Asamblea Universitaria, generando un gigantesco daño al prestigio y la imagen de la UBA, hoy gravitan decisivamente en las decisiones de nuestra casa. El actual deterioro de la FADU no es casualidad.
La desidia de los funcionarios produce diariamente niveles alarmantes de deterioro y desorganización. Se relajaron demagógicamente todos los mecanismos que ponían el acento en el mérito y el esfuerzo. Perdimos cargos docentes de dedicación exclusiva y semi exclusiva, que nos costó años consolidar: más funcionarios, igual a menos docentes, es la fórmula perversa que hoy conspira contra el crecimiento académico de nuestra Institución.
Una de las paradojas más cínicas de la actual administración académica es hacer llamados a concursos sin la gestión ni el respaldo presupuestario correspondiente por lo que se generan importante y honestas expectativas que nunca serán satisfechas.
Se desarticulo el departamento de sistemas informático y cada inscripción de los estudiantes es una odisea. Hace dos años que no se compran libros ni equipamiento para la enseñanza. El mantenimiento y cuidado de la infraestructura edilicia ha caído en el abandono y la dejadez. Se desarmó el área de transferencia y convenios. Cayeron los ingresos por asistencia técnica, pasantías y conseciones. Hoy la Fadu depende exclusivamente del magro presupuesto oficial.
En fin, muchos caminos se han desandado y los años perdidos, en un mundo donde el conocimiento se multiplica exponencialmente, ya son demasiados.
En este nuevo tiempo y acompañados de numerosos profesores, docentes,estudiantes y graduado iniciamos un nuevo camino con dialogo, respeto y objetivos comunes
Para volver a sentar las bases de una Facultad pluralista, sin exclusiones que ponga el acento en lo académico. Donde las distintas generaciones tengan su lugar. Donde prime el mérito, el esfuerzo y la convivencia.
La FADU necesita cambiar y redefinir el contrato con la sociedad que la sostiene. El país demanda una Universidad comprometida con el pensar, el hacer y el obrar éticamente. Necesitamos carreras estratégicas, diseñadores innovadores, valor agregado en nuestros productos, respuestas inteligentes para nuestro déficit habitacional, urbano y su entorno cultural. En síntesis, una Universidad comprometida con su gente, con su cultura, con su historia. Una Facultad como la nuestra, es sólo posible dentro de un marco de desarrollo económico y social para todos. Un modelo con Estado, Instituciones, Empresas y Compromiso Social.
Debemos repensar nuestras disciplinas, la investigación y la extensión; salir, abrirnos, abrevar del afuera, apostar por una Argentina del trabajo, equitativa y solidaria. Necesitamos PROFESIONALES, con mayúsculas, que cuestionen, imaginen y transformen la realidad, desde sus incumbencias actuales y las que nos atrevamos a conseguir.
Esta es una tarea que no podemos ni debemos posponer. Tenemos una plataforma desde la cual proyectarnos. Esta meta solo será posible si logramos constituir un espacio común que incluya y no excluya; que logre superar falsos antagonismos, viejos dogmatismos, mezquindades personales y prejuicios. Donde todos aquellos que, individual o grupalmente, seguimos apostando a un modelo solidario y progresista, trabajemos juntos, en un proyecto basado en los principios de excelencia, autonomía, cogobierno, solidaridad, libertad, diversidad, unidad y compromiso social. Frente al nuevo escenario y la nueva etapa que se inicia, necesitamos un acuerdo amplio entre profesores, docentes, estudiantes y graduados que nos permita articular políticas de transformación.
viernes, 23 de noviembre de 2007
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